La gama de tecnologías Skyactiv se lanzó por primera vez en 2012 y a día de hoy sigue siendo un exponente del espíritu innovador de Mazda. El motor diésel Skyactiv-D es un ejemplo perfecto. Su excepcional relación de compresión 14,4:1 es una de las más bajas del mundo para un modelo de producción en serie, y las ventajas a efectos de rendimiento, eficiencia y emisiones en condiciones reales hablan por sí mismas.
La menor compresión del Skyactiv-D reduce la temperatura y la presión en la cámara de combustión, en comparación con la relación de los diésel, que oscila entre 16-18:1. La mezcla de aire-combustible mejorada se inyecta antes en la carrera de compresión, lo que permite una sincronización óptima durante la combustión. El resultado es un encendido más homogéneo, que logra una relación de expansión mayor (es decir, se realiza más trabajo) que en los motores diésel de compresión más alta, lo que supone un mejor consumo de combustible y menos emisiones de óxidos de nitrógeno (NOx) y de partículas sólidas. Por tanto, el Skyactiv-D fue uno de los primeros motores diésel en cumplir con la estricta norma Euro 6 sin necesidad de instalar ningún costoso sistema de postratamiento de los gases de escape.
Una compresión más baja también reduce la fricción mecánica y ejerce menos presión, y ya que los componentes del motor están sometidos a menos tensiones, es posible usar un bloque motor de aluminio junto con pistones y cigüeñales más ligeros, soluciones todas ellas que contribuyen a aumentar aún más la eficiencia. Por otra parte, un turbocompresor doble secuencial garantiza un excelente par en la gama de velocidades bajas, además de una gran potencia con velocidades altas, en especial para un diésel.
El motor Skyactiv-D está actualmente disponible en el Mazda CX-5¹. Con una cilindrada de 2,2 litros, entrega 110 kW/150 CV o 135 kW/184 CV, según la configuración.