La estética japonesa y su conexión entre el pasado y el presente

El templo Ryoanji de Kioto, Japón, invita al visitante a la introspección y a apreciar la arquitectura y el diseño tradicional japonés, con su estética despojada de distracciones.


Desde la estación de Kioto, un trayecto en autobús de treinta minutos nos lleva a Ryoanji, un templo zen declarado Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO, en donde se encuentra lo que se considera el mejor sekitei —jardín de piedra— de Japón. En él, vemos grava rastrillada meticulosamente en patrones que recuerdan al movimiento del agua, y quince rocas con una estudiada colocación que parecen flotar sobre la superficie de un mar de piedra. Como curiosidad, no hay ningún ángulo desde el que sea posible ver al mismo tiempo las quince rocas del jardín.

Una invitación a la reflexión

Azby Brown es un escritor, arquitecto y artista que vive en Japón desde hace más de 35 años. Es el autor del libro Just Enough: Lessons from Japan for sustainable living, architecture, and design. Según él, pensar en las relaciones entre las quince rocas del jardín sekitei de Ryoanji y los posibles motivos por los que están agrupadas de esa manera, invita a una reflexión silenciosa.

“En ese proceso, se convierten en algo más que piedras, sin dejar por ello de ser simplemente rocas inertes, como las que encontramos por todas partes en la naturaleza.  Lo más importante es que el diseño de Ryoanji, tanto de sus edificios como de sus jardines, nos invita a hacer una pausa, reflexionar unos instantes y experimentar algo intenso que escapa a nuestra rutina cotidiana”, afirma Brown. “Buena parte de esa arquitectura japonesa sencilla en apariencia, como la de Ryoanji,

Una revolución en el mundo del diseño

Estas ideas sobre la observación son, naturalmente, transfronterizas y han inspirado a numerosos diseñadores contemporáneos, entre ellos los que trabajan en los modelos de Mazda. Uno de ellos es Ikuo Maeda, que revolucionó la forma de hacer automóviles de Mazda cuando se convirtió en Director general de diseño en 2009. Maeda buscaba un concepto que pudiera servir como guía para el futuro de la marca. Lo encontró en la sabiduría tradicional del pasado y la supo conectar con el diseño de automóviles. En una entrevista a The Japan Journal de 2020, Maeda comentaba que “Cuando se habla de la estética japonesa, se suele pensar en shoji [paneles correderos de papel] y bambú. Pero en una visión tan simplista se pierde la esencia. A nosotros nos pareció que debíamos abordarla desde la espiritualidad”.

Donde menos es más

Maeda es muy sensible al atractivo del vacío, presente en el zen y en el jardín de Ryoanji, un atractivo que conecta con conceptos de la tradición japonesa como el ma (intervalo o espacio) o el yohaku (el espacio vacío). La sensibilidad occidental tiende a llenar los espacios y los silencios; en cambio, en el zen ocurre todo lo contrario.

“El ma y el yohaku son formas de utilizar el vacío para dirigir la atención hacia las relaciones entre las cosas que existen en el mundo físico y, por extensión, en los planos estético y espiritual”, afirma Brown. “Tanto el ma como el yohaku están asociados con el concepto del vacío transformador del budismo zen: la belleza de la nada”.

Estos conceptos tradicionales difuminan los límites entre lo que está y lo que no está. Hoy día se han incorporado a la arquitectura internacional y al diseño de interiores, aportando una estética típicamente japonesa. En una línea similar, la filosofía de Mazda se basa en la belleza de la sustracción, que tiene un fuerte protagonismo en sus temáticas de diseño. En ese sentido, el ma y el yohaku son también elementos centrales en el diseño de vehículos de la marca.

El diseño bajo una nueva luz

Como explica Akira Tamatani, Diseñador jefe del Mazda CX-60, “A partir de estos conceptos, el diseño puede apelar a la imaginación del espectador y despertar sus sentidos, de modo que resalten con más fuerza los elementos que el diseñador ha querido destacar. La superficie exterior del coche, de la que se ha eliminado todo lo superfluo, viene a ser la máxima expresión del yohaku, el espacio vacío sobre el que se refleja el entorno que lo rodea”. De este modo, la expresión global de la belleza escapa a los límites del coche y puede considerarse dentro del contexto más amplio de su entorno.

“En el interior, los elementos del habitáculo están dispuestos con una precisión extrema para crear ma, o espacio, utilizando al máximo la luz que penetra desde el exterior”, completa Tamatani, quien también opina que el templo Ryoanji es un magnífico ejemplo de la estética japonesa y la expresión de la luz. “En el jardín, la luz tiene una conexión con el paso del tiempo y el cambio de las estaciones. Del mismo modo, en nuestros diseños utilizamos la luz no solo para realzar la forma exterior del coche y el espacio interior, sino también para expresar el transcurso del tiempo en un momento dado, a través del modo en que la luz circundante se refleja sobre la superficie del coche o brilla en sus interiores”, explica.

Atractivo genuino

En contraste con otras tendencias de diseño de la industria del automóvil, enfocadas al impacto y la fuerza de expresión, Mazda toma su inspiración de la sensibilidad clásica japonesa. “Creo que nuestros coches resultan especialmente interesantes a las personas que se sienten atraídas y saben valorar esa autenticidad de acabados basada en la estética tradicional japonesa”, afirma Tamatani.

Las cualidades atemporales del diseño japonés ofrecen ricas oportunidades para reflexionar y conectar con nuestro entorno, descubriendo cosas nuevas en el proceso. Ya sea al contemplar un antiguo jardín de piedra como el de Ryoanji o al sentarse al volante de uno de los últimos modelos de Mazda; como el Mazda3, que transmite una sensación de serenidad y que va cambiando según las horas del día o del lugar donde se encuentre.