La leyenda de las grullas de origami

  • El antiguo arte del origami está asociado a los regalos, el entretenimiento e incluso la enseñanza de las matemáticas. Pero, por encima de cualquier otra figura, la grulla tiene fama de poseer poderes milagrosos.

En Japón, la grulla es un símbolo de longevidad y buena fortuna. Seguramente por eso, es una de las figuras de origami más populares. También se cree que el poder de una grulla de papel va más allá de la magia estética de transformar una cuartilla en la figura de papiroflexia más emblemática que existe.

Según la leyenda del Senbazuru, se concede un deseo a quien hace mil grullas de papel. De hecho, Senbazuru significa literalmente "mil grullas".

Esta leyenda se popularizó a través de la historia de Sadako Sasaki, una niña que contrajo leucemia a raíz de la explosión nuclear de Hiroshima de 1945. Cuando tenía doce años, se propuso hacer mil grullas de papel para que se concediera el deseo de recuperarse de su enfermedad. Su historia se hizo famosa en Japón y, desde entonces, las grullas de origami son un símbolo de deseos de curación, mensajes de paz y esperanza en todo el país. En Hiroshima, incluso hay un edificio bautizado con el nombre de "grulla de papel".

• El Monumento a la paz de los niños de Hiroshima se inauguró el 5 de mayo de 1958 en recuerdo de Sadako Sasaki y de los miles de niños que fueron víctimas de la bomba atómica de Hiroshima.

• En el exterior del Monumento a la paz de los niños de Hiroshima pueden verse grullas de origami donadas por personas de todo el mundo.

• En el monumento puede verse una grulla de origami, elaborada en bronce, que fue donada por el Premio Nobel Hideki Yukawa.

• Debido a las restricciones para viajar que trajo consigo la pandemia, se ha reducido el número de visitantes que recibe Hiroshima y, con ello, el número de grullas de origami que se donan al monumento a la paz. Mazda ha querido ayudar a cambiar esta situación; para ello, ha puesto en marcha en todo el mundo el "Proyecto grullas de origami", gracias al cual los distribuidores en el extranjero, el personal de la empresa y las comunidades locales en las que tiene presencia donan cada año miles de grullas de papel.

Kuniko Yamamoto, una artista y profesora residente en Florida, ha vivido siempre rodeada por el arte de la papiroflexia. “Crecí en una casa en la que el origami estaba por todas partes. Mi madre hacía cajitas de origami para guardar los clips, mi abuela envolvía los huevos en figuras de origami y mi tío hacía trucos de bar en origami con servilletas de papel”, explica.

Yamamoto se crio en Japón. Lleva dos décadas dedicándose al origami de forma profesional, pero sus raíces se hunden mucho más profundamente, ya que empezó a aprender este arte a los cinco años. Y, aunque hacer hueveras o cajitas de papel no es algo demasiado internacional, las grullas de origami son muy conocidas en todo el mundo.

“Mi madre hacía cajitas de origami para guardar los clips, mi abuela envolvía los huevos en figuras de origami y mi tío hacía trucos de bar en origami con servilletas de papel”. Kuniko Yamamoto Como explica Toshi Aoyagi, miembro fundador de la Sociedad de Origami de Toronto, los aficionados a este arte enseguida quieren aprender a hacer la famosa grulla, pero lo cierto es que no es la pieza más adecuada para los recién llegados. “Para mí, la grulla es una figura de graduación, perfecta para finalizar un curso de iniciación”, explica. Aoyagi lleva muchos años enseñando origami a niños y adultos, y considera que se trata de un trabajo muy íntimo. Enseñar sus secretos requiere una enseñanza muy próxima, a menudo práctica y adaptada individualmente al alumno. “Hay quien dice que los japoneses tienen una habilidad natural para el origami. Yo no creo que sea así”, dice riendo.

Se suele pensar que el origami es un arte muy antiguo, pero tanto Yamamoto como Aoyagi señalan que sus orígenes son inciertos. El primer libro conocido sobre origami se titula Hiden Senbazuru Orikata, que puede traducirse como “El secreto de cómo hacer mil grullas de papel”. Se publicó en 1797. Como dice Aoyagi, "Si de verdad ese es el libro de origami más antiguo, entonces el origami no es algo tan ancestral". Si queremos reconstruir la historia del origami, hay que tener en cuenta aspectos importantes como la disponibilidad de papel y tiempo de ocio, porque el arte consume horas y recursos. Además de inspiración, por supuesto.

El Hiden Senbazuru Orikata, publicado en 1797, fue el primer libro sobre el arte del origami. Wikimedia Commons Para Aoyagi, la grulla de papel es una las piezas más perfectas del origami, debido a que el centro de la grulla — la marca en forma de "X" en la espalda del ave— es, igualmente, el centro del trozo de papel. Esta característica resulta evidente cuando se desarma una grulla de origami: todo el patrón de pliegues se va desplegando desde el punto central, casi como un copo de nieve. “Este diseño tan equilibrado es algo muy poderoso —afirma—, ya que la cantidad de papel que se consume es exactamente igual en cuatro direcciones distintas”. Ese equilibrio tan preciso es lo que permite que la grulla cuelgue de forma correcta, cuando se pasa un único hilo por su centro.

En realidad, y aunque su apariencia parezca sencilla, la grulla es una maravilla técnica, lo que también la convierte en una eficaz herramienta didáctica. Yamamoto dice que, a través del origami, “los alumnos aprenden matemáticas, fracciones, geometría básica y el sistema numérico”. Añade que esta manualidad también puede afinar las habilidades lingüísticas, ya que los niños deben aprender a comunicar correctamente cada paso.

“Todavía estoy buscando la mejor manera de conectar el origami con los planes de estudios escolares para potenciar el aprendizaje creativo. Ha sido un gran viaje”, insiste. Hasta el día de hoy, el Monumento a la paz de los niños de Hiroshima sigue cubierto de brillantes grullas de papel. Igualmente, se siguen regalando grullas para desearle a alguien que se recupere de una enfermedad. Incluso son un regalo que los fans hacen a famosos y atletas, como comenta Aoyagi. En definitiva, la magia continúa.